Una mujer inalcanzable by Candace Camp

Una mujer inalcanzable by Candace Camp

autor:Candace Camp [Camp, Candace]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788490006184
editor: Publidisa
publicado: 2011-06-15T00:00:00+00:00


CAPÍTULO DOCE

Kyria abrió los ojos de repente. Se quedó tumbada un momento, sin saber dónde estaba ni qué ocurría. El corazón le martillaba en el pecho y una pátina de sudor cubría su rostro.

Giró la cabeza. La luz se filtraba por los bordes de las cortinas. Debía de ser por la mañana. Y estaba allí, en Broughton House. Se humedeció los labios y se pasó una mano por la cara, apartándose los mechones sueltos.

¿Qué la había despertado? Había estado soñando, pensó. Poco a poco, los jirones del sueño fueron filtrándose en su conciencia. Había sido tan extraño, tan distinto a sus otros sueños... Había soñado aquello mismo o algo muy parecido antes, más de una vez, y ello le inquietaba.

Se preguntaba si aquel sueño estaría en cierto modo relacionado con el relicario. Nunca había tenido aquellos sueños antes de que la caja llegara a su casa, y los había sufrido dos veces justo después de haber estado contemplando el relicario. Recordó que esa noche, a pesar de que no había bajado a mirar el relicario, había pensado mucho en él. Por otro lado, el relicario no aparecía en el sueño, como tampoco el señor Habib, ni el señor Kousoulous, ni ninguna otra persona relacionada con aquel asunto. En realidad, en aquellos sueños no había nadie, más que ella... y unos hombres cuyas espaldas le resultaban irreconocibles.

Se sentó lentamente. Sentía los párpados pesados y tenía ganas que quedarse acostada y dormirse otra vez, pero sabía que no podía hacerlo. Con un suspiro, se levantó, se lavó la cara y llamó a Joan.

Los gemelos estaban abajo cuando entró en la sala de desayuno, excitados de curiosidad por lo ocurrido la noche anterior. Kyria miró a Denby y notó que parecía un poco cansado. Esperaba que aguantara hasta que el jefe de mozos de Broughton Park llegara para llevarse a casa a Con y a Alex.

Su relato de los acontecimientos de la noche anterior desilusionó a los gemelos. Sin embargo, pronto olvidaron su decepción y comenzaron a urdir planes para atrapar al hombre de la taberna. Rafe se reunió con ellos poco después, y los gemelos le obsequiaron con sus flamantes planes, en la mayoría de los cuales aparecían ellos mismos persiguiendo osadamente a aquel villano.

–No creo que a la duquesa le hiciera mucha gracia que os dejáramos recorrer todo Londres registrando guaridas de ladrones –comentó Rafe.

–Tú irás con nosotros –dijo Alex–. Y Kyria también, si quiere –añadió magnánimamente.

–Vaya, gracias por dejarme participar –le dijo Kyria–. Sin embargo, no creo que pueda ser, porque vosotros vais a quedaros aquí, con Denby. El señor McIntyre tiene razón: mamá se llevaría un gran disgusto si os permitiera andar por ahí haciendo lo que se os antoje, sobre todo teniendo en cuenta que desobedecisteis y os escapasteis a Londres con nosotros.

–De todos modos, ya está enfadada –razonó Con–. Nos castigará, de todas formas. Así que por lo menos podríamos divertirnos un poco.

Kyria no pudo reprimir una sonrisa.

–Eres un perfecto caradura..., los dos lo sois. Está



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